En la clase de "gbody" el monitor pidió que pusiéramos doble peso en la barra. Mi sombra dijo a mi compañera de al lado: "yo tengo bula".
_¿Qué tienes qué? _me preguntó_ tengo que decir que está en la cuarentena.
_Que yo no voy a poner más peso. Luego te lo explico _le contesté.
Desde ayer, Miércoles de ceniza, estamos en Cuaresma y la mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes nunca han oído hablar de la "bula". Ya entre los romanos, según la historia, se habla de bula o sello , yo no me refiero al origen de la bula, sino de las que yo conocí de niña.
Las bulas de indulgencia son documentos donde el Papa concede algún tipo de indulgencia, de ahí su nombre, a cambio de una cantidad que se recaudaba con distintas finalidades. Bien pues ahí viene a colación "la bula de carne"
"Una bula de carne, es una dispensa eclesiástica que a cambio de un precio convenido permitía comer carne y sus derivados en muchos de los días que el calendario católico marcaba como de abstinencia.
Según la RAE, es la que daba el Papa en dispensación de comer de vigilia en ciertos días" o sea daba libertad para poder comer carne durante los viernes de Cuaresma.
Recuerdo esas hojas escritas, Bulas, como algo muy curioso. Las repartían los sacerdotes en los pueblos y cada familia pagaba por ellas, creo que según su poder adquisitivo. En mi casa, las de los mayores valían cinco pesetas y las de los niños una peseta. Con esos documentos, podías comer carne los viernes de Cuaresma. ¡Así de fácil, je, je! . Lo cierto es que en mi casa, de niña, los viernes, se guardaba el ayuno y la abstinencia.
Todos los viernes de Cuaresma, los mayores no comían entre horas, ayunaban y no se comía carne. Todas las personas comían pescado con lo que era mejor porque se evitaba la monotonía del cocido diario por algo diferente.
La mayoría de la gente compraba las Bulas, porque de no hacerlo, el cura del pueblo, te tenía en cuenta para cuando se necesitara de él algún informe o recomendación.
Por eso, cuando algo no quieres hacer que sí hace el grupo, puedes decir: "Tengo bula".
En mi etapa de docencia cada año se leía "El lazarillo de Tormes". Ahí las bulas y sus engaños quedan patentes.
Me viene al pelo el dicho: "Siempre hay bulas "pa" difuntos". Tener un privilegio o favor para no cumplir con una carga o precepto.