domingo, 16 de diciembre de 2007

En la Iglesia de Santa Ana






¡Yo soy!





Soy la sombra que se moja, en el agua de la pequeña fuente, al lado de la iglesia amarillenta. De pronto, aparece un cortejo fúnebre en dirección a ella. Me acerco atravesando la calle. Hay muchos jóvenes.
Sí, el muerto es uno de ellos. Los operarios sacan el féretro, que suben a hombros seis jóvenes amigos. Mientras lo llevan hasta la entrada, los miro y leo sus pensaientos:

El primero: ...¿Por qué... por qué?... lo estábamos pasando de puta madre. ¡No puede ser!...

El segundo:...¡Soy un cabrón!, fui yo el que te dijo que te metieras por dirección contraria. ¡tío, te maté yo!...

El tercero: ... No debo llorar, soy un soldado profesional, no puedo manchar el uniforme...

El cuarto: ...¿Quién me va a cortar la corbata el día de mi boda, a ver... quién ? ¡Siempre decías que harías añicos de ella, pero que parte del dinero te lo meterías en el bolsillo para corrernos una juerga cuando me divorciara!; ja, ja ...¡serás gil... lo que nos reíamos juntos...!

El quinto:... Tú siempre tienes que jo...rlo todo, primero me quitas la novia y ahora esto... ¿qué quieres?, ¿que vuelva ? ¡Ni lo sueñes!...

El sexto:... Sí, ¡acelera ! ¡acelera! y yo ...venga sí, más... más... ¡serás capullo! Sólo falta que me pidan declaración. Yo voy a decir la verdad. No te creas, si voy a chirona pues voy ... ¡Con la de veces que fuimos con el Renault 5 a hacer trompos por la Candamia...!

Yo... me alejo pensando en una sepulturita pequeña a la que muchos años pusimos flores mis hermanos y yo. Soledad se llamaba, "Solita" decíamos nosotros, y allí se quedó solita... ¿Por qué los jóvenes?... ¿por qué los niños?...


Pero... Anaxágoras me dio la respuesta: "Todo está en todo".



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