miércoles, 11 de febrero de 2009

Jóvenes olivos






¡Yo soy!





¡Podría ser su padre! Era casado y con hijos. Había oído más de una vez: "Las tías jóvenes que están con hombres mayores, están por lo que están, por el interés" Ella también lo creyó, hasta que le conoció a él. A través de él le fue fácil amar las matemáticas, la astronomía, la literatura...

Guarda, como oro en paño, el abrecartas que le regaló, tallado por sus manos en madera de olivo. ¡¡Ambos aman los olivos!! ¡Duros pero moldeables!

Para sus compañer@s ella es el "ojo derecho del profesor". Para el profesor aún no sabe lo que es. Sólo sabe que no es ninguna cría y se ha enamorado como una colegiala. Que verle y estar junto a él es lo mejor que le ha pasado en sus veinte años de vida. ¡Este es su gran secreto que sus ojos se empeñan en delatar!.

Hoy le ha prometido que su prime ejemplar del libro que está escribiendo se lo dedicará a ella. L@s "colegas" andan un poco mosquead@s. ¡Demasiado favoritismo!


Estamos en febrero, las fechas de los exámenes están fijadas. Hoy llega un poco tarde. En el "hall", se amontonan alumn@s y profesores. Al Sr. Serrat le ha dado un infarto. Su mujer llorosa, se dirige a ella y le grita: ¡¡Tú tienes la culpa de todo!!

¡Su angustia desaparece! ¡Le parece flotar en el aire! ¡¡Su amor es correspondido!!


Mi sombra bajo los olivos recuerda: "La ley de la gravedad no es responsable de que la gente se enamore" de Albert Einstein.




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