lunes, 15 de junio de 2009

¡Los Abetos!






¡Yo soy!



Cuando los adoptamos, alguien dijo que eran demasiado pequeños. Con nuestro calor crecieron altos, hermosos y robustos.

Formaban parte de la familia. Bajo su sombra jugaron de niños, rieron de adolescentes, compusieron canciones de jóvenes... ¡Eran nuestros Colosos de Memnón! Pero... no sólo nuestros abetos: de las visitas, de las palomas, de los pájaros... Tanto crecieron que su sombra empezó a molestar a los vecinos de al lado:
_"Nos quitan el sol, son un peligro si hay tormenta... De las protestas pasaron a las amenazas: "La justicia decidirá".

_¡Iban a cumplir ocho lustros! ¡Nos dieron tanto sin pedirnos nada a cambio...!
Y... ocurrió lo inevitable. El camión... con su enorme brazo, comenzó su tarea...

_¡Ya sólo quedan los "enormes tocones" como fantasmas en el jardín. Muchas lágrimas pequeñas y grandes, los cubren!

Los vecinos ya tienen más sol en su jardín, más sol en su casa, más sol en su terraza... Pero mi sombra transparente y protectora, les ve cubiertos de una sombra opaca y destructiva, negra y oscura.

Para consolarnos, Nicolás de Chamfort dijo: "Hay dos cosas a las que es preciso acostumbrarse para que la vida nos sea soportable: a las injurias del tiempo y a las injusticias de los hombres"


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