jueves, 6 de octubre de 2011

¡El Rubio!









¡Yo soy!




Ya antes de quedarse viudo, destacaba por su carácter avinagrado conocido por todos.

Su hija, Nuria de 17 años amable y simpática, desde que se quedó huérfana, tomó las riendas de la casa.

Cuando la joven empezó a salir con "El Rubio" su padre puso el grito en el cielo.

Recibió palizas por seguir saliendo con él. Pero cuando su padre le preguntaba: ¿Con quién has estado? Ella sincera y terca contestaba: "Con El Rubio", aún sabiendo la tunda de golpes que recibiría a continuación.

Ese día, la pareja llegó a la puerta de la casa de ella. ¡Estaba embarazada! Tenían que darle al padre la terrible noticia. Habían esperado a que pasara su 18 cumpleaños. Aún así ella, nunca se atrevería a decirle a su padre que esperaba un hijo del Rubio. Por eso él la acompañó. ¡Tenía ganas de cantarle las cuarenta a aquel "animal". 

Llamaron a la puerta. En unos minutos, que se hicieron horas, apareció el padre con el ceño fruncido, que se acentuó aún más cuando se enfureció al verlos. Sin darle tiempo a hablar a ninguno de los dos, comenzó a golpear a su hija.



¡El Rubio quedó paralizado! Ni siquiera sacó las manos de los bolsillos. Vio como su novia era empujada hacia dentro de la casa por aquel energúmeno, cerrando la puerta en sus narices sin darle tiempo a reaccionar.
 
Regresó a su casa con las manos agarrotadas en los bolsillos de su pantalón y la cabeza hundida entre los hombres, llamándose cobarde.
 
Parecía que había sido él quien había recibido una paliza. Sus padres al verlo supieron que algo terrible había ocurrido. Por fin farfulló: ¡Soy un cobarde!
 
Después del interrogatorio habló su padre: "Mañana traes a tu novia para esta casa que lo que sobra es sitio".
 
No fue El Rubio, sino sus padres quienes se presentaron en casa de "La Bestia" para decirle que su hija se iba con ellos porque en unos días se convertiría en su nuera.
 
 
Han pasado veinte años. El Rubio y la maltratada siguen juntos. La joven huérfana aprendió el oficio de confitera que endulzó su vida, mientras la de su padre siguió agriándose más y más hasta que por fin un día cualquiera  se fue "al otro barrio"  sin que nadie sintiera su ausencia.
 
 
Ya lo dijo Edmund Burke: "El miedo es el más ignorante, el más injusto y el más cruel de los consejeros".
 
 
 

3 comentarios:

  1. El paso a mejor vida de esas bestias no lo siente nadie. Al contrario, más bien se agradece. Lo que no me explico es cómo los dejan crecerse hasta esos extremos sin que haya nadie que les plante cara y les aplique su propia medicina.
    En fin, quedémonos con la reflexión de Burke que nos deja mejor sabor de boca.
    Saludos,Mara.

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  2. Así es, Ra. Besos.

    Desde luego, no me extraña que el miedo paralice, Aorillasdelorbigo, hoy de nuevo una mujer asesinada sin haber puesto denuncia alguna. ¡Es un horror que no para! Un abrazo.

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