jueves, 28 de noviembre de 2013

¡Cincuenta años después!





Ayer en mi paseo por León, llegué hasta el edificio Sierra Pambley donde se hacía. la presentación de la segunda edición del libro "La Boda de Kate". Tenía curiosidad por conocer a la autora de "En tiempo de prodigios". 

En la acogedora sala había un número no muy elevado de personas que esperábamos. Apareció Marta, la escritora, acompañada del librero que la presentó. Éste, en mi opinión, no lo hizo demasiado bien. Continuamente se acercaba la mano a la cara, casi tapando su boca y apenas si se entendía lo que decía, un momento sí y otro no, a pesar de la megafonía.

 La escritora sin embargo me gustó. Me gustó su apariencia menuda y discreta, su forma de hablar sencilla y fluida. Hay escritore/as que escriben muy bien pero dejan mucho que desear cuando hablan. Marta nos habló a grandes rasgos de su libro: que nació de una historia real, de dos seres humanos que se encuentran "cincuenta años después" de haber tenido una historia de amor en común y de una nota necrológica que le llamó la atención. Una historia de mayores para todos los públicos.

 Hubo un día en mi vida hace unos años, en el que una persona de mi juventud, apareció en mi pueblo haciendo averiguaciones sobre mi sombra. No preguntó a la persona adecuada y nunca me localizó. Sólo supe de él por las señas de descripción que me dieron y siempre quedó en mi sombra la duda de: ¿Quién sería? ¿Sería un viejo profesor que venía a entregarme el libro de latín que escribía y  prometió dedicarme? Nunca lo sabré. 

Por eso Marta me trajo al presente días vividos en el pasado. Habló de la ilusión en las personas aparte de la edad y las distintas reacciones familiares ante determinados momentos de su vida. Comentó los trajes de novia para una mujer mayor, a los que no sabía muy bien cómo describir y para los que pidió asesoramiento a un diseñador amigo que le hizo varios bocetos. Nos habló de la tarta de tres pisos que aparece en la portada del libro, que se mandará realizar en repostería para sortear entre todas aquellas personas que le envíen una foto de su boda, de las que ya ha recibido cientos.

La autora dedicó muchos minutos de su disertación a hablar de el libro como tal, no sólo por su contenido sino también por sus cualidades: la delicadeza de los colores, el número de páginas, la calidad de su papel, la claridad de su letra... 

Curiosamente mi sombra no tenía intención de comprar el libro pero al tenerlo en mis manos y sentir su tacto, aprecié en él todo lo que decía su autora de los libros: Sentí las manos de las personas que trabajan en las editoriales, las de las personas que los ilustran, las de las personas que  transportan y distribuyen sus pesadas cajas, las de las personas que colocan los libros en las estanterías, las de las personas que los muestran para venderlos, las de las personas que los leen, las de las personas que los promocionan, las de las personas que ...  

Paso tan rápido la yema de mis dedos sobre mi ligero Kindle, que nunca me paro a pensar en el origen de todo.

¡¡Y... me compré el libro!! Porque sé que para  "a pagar" Windwos hay que ir al botón de inicio. 


Gracias Marta por tu dedicatoria: "Un libro debe ser el hacha contra el mar helado que hay dentro de nosotros" de Franz Kafka.




martes, 26 de noviembre de 2013

El Señor Felipe






 El Señor Felipe era un hombre viudo que vivía con su hija en un pueblecito de La Valdería. 

El Señor Felipe era uno de esos seres humanos de los que quedan muy pocos en los pueblos para guardar la memoria de éstos. Llegué a su casa para pedirle a su hija Mary que viniera a mi escuela con el traje típico regional, heredado de su madre, para mostrarles a los escolares los secretos del mismo. 

Al llegar a su casa de piedra, me encontré dentro de un patio recibidor no muy amplio. A un lado había un gran horno de pan cubierto de barro, como todos, pero adornado con un gran número de utensilios de varios tipo de madera tallados: madreñas, patos de madera, cucharas, tenedores, recipientes... Aquella pequeña estancia, además de taller era un museo. 

Allí, junto al horno, el señor Felipe con una lezna en la mano agujereaba un tenedor por su extremo. Más tarde introducía alambres al rojo vivo de distinto grosor que quemaban y hacían más grande el agujero para que el tenedor pudiera ser colgado. No era un hombre de muchas palabras pero se explayó con mi joven sombra. Me mostró el tenedor de madera de boj, dijo, más fácil de trabajar que otras maderas, aunque resistente. Me llamó la atención un pato de madera pintado de vivos colores. Él, lo cogió en sus manos y me dijo que era un "reclamo". En mi vida, había visto patos blancos, grises, negros y marrones o mezcla de estos colores. Nunca había visto un pato tan precioso y hasta dudaba que en aquel entorno existieran. En unos meses pude comprobar que estaba equivocada y aquel pato era una fiel copia de otros vivos y vivaces, aunque él, no tenía vida propia. Hoy, cada vez que veo en el estanque del Parque de Quevedo  uno de esos patos de brillantes colores recuerdo al señor Felipe. Un hombre sin letras, pero sabio, de los que ya no abundan. 

Se iba al río de madrugada, echaba el pato policromado en una pequeña laguna que formaba el río Eria. El señor Felipe hacía el sonido peculiar de aquel pato y al momento unos cuantos nadadores iguales al "reclamo" pero que no eran mudos como él, lo rodeaban. Salí de su casa con un tenedor tallado por sus hábiles manos que usé y conservé muchos años hasta que uno de sus dientes decidió quizás irse con su dueño tallador.

 ¡Por supuesto que Mary vino a la escuela!, su padre le había dicho: ¡Explícaselo bien, como si fueras tu madre! Con ella vimos y aprendimos lo que era el manteo, el tiber, el mandil, la chambra... También trajo dos camisas de lienzo gordo bordadas que ponían los hombres antiguamente y nos habló de varias costumbres peculiares... Nos enseñó muchas cosas que no sabíamos. ¡Claro que Mary estaba aprendiendo a ser una mujer sabia como su padre!


Un personaje entrañable, el Señor Felipe: "El hombre que tan solo es hermoso gusta únicamente mientras se mira, pero el hombre sabio y bueno siempre es hermoso"  de Safo de Lesbos.



jueves, 21 de noviembre de 2013

"Infancia trabajadora"





 Día Internacional de la Infancia 20 de Noviembre:

 ¡Siempre habrá nin@s trabajando! Mientras haya necesidades primarias, guerras, pobreza, abusos... Y no es lo peor que le puede ocurrir a la infancia.

Mi sombra fue una niña trabajadora. ¡Y... a mucha honra!, como diría mi abuela. Nada tenía de especial, porque la mayoría de las niñas, en mis circunstancias, trabajaban. Por eso yo no me rasgo las vestiduras. En nuestros pueblos los padres se iban a trabajar al monte o en mi caso a otros pueblos y dejaban a la "niña" mayor, aunque no fuera la primogénita, al cuidado de sus hermanos y de los pequeños quehaceres de la casa que para ellas eran grandes. 

A esas niñas como yo, no les colgaban la llave del cuello como ahora algunos padres están obligados a hacer, para que sus hijos vayan al colegio. No, ellas, no iban a la escuela.  La llave quedaba en la puerta porque esas personitas, que en mi caso contaba  siete años, eran las dueñas de su casa. Algunas "niñas trabajadoras" que alguna vez se comportaron como niñas: 

Luisa: Cuando nació el sexto de sus hermanos, ella tenía unos diez años, se escapó de casa y se fue a llorar a los "praos" porque estaba harta de cuidar a sus hermanos y no quería más niños. Su padre la convenció para volver a casa.

Amelia: su madre lavaba en el lavadero frente a la casa. Se oía llorar a un bebé y pidió a la niña que lavaba junto a ella, que fuera a arrollarlo, ésta gritando dijo: ¡No para de llorar, es un llorón como vaya lo tiro de la cuna! Entró en la casa y balanceó al niño con tanta fuerza que lo tiró de la cuna. Su madre apareció y recogió al bebé del suelo, sin daño, gracias a las mantillas. Lo que ella recuerda con nitidez es que su madre no la riñó ni le pegó por eso.

 María: Un día al cuidado de su hermanito, bajó a la bodega con el pequeño y ambos cogieron una borrachera de aquí te espero.

Lidia: Estaba en Madrid con su tía en busca de una oportunidad, tenía 15 años. Su madre murió al dar a luz a su octavo hermano que fue una niña, tuvo que regresar al pueblo para hacerse cargo de la familia.

 Mi sombra: Con siete años cuidó de dos hermanos pequeños uno de un año y otro de meses: daba el biberón al bebé, lo arrullaba, hacía las camas subiéndome por encima de ellas, barría dejando el tamo por debajo de las camas, fregaba con agua fría, cuidaba del puchero, daba de comer a los animales... ¡Como las demás niñas! 

Mi mayor y única pena era no poder ir a la escuela. Todas las niñas "mayores" asumíamos desde muy pequeñas nuestras tareas. También sabíamos que hasta que el más pequeño/a no cumpliera los seis años y comenzara su escolaridad, no podríamos iniciar la nuestra. 

Comencé a ir a la escuela a los doce años. ¡Nunca me sentí una niña explotada! Cuando se ve la necesidad, maduras rápidamente y lo aceptas. Mi madre por las noches me leía cuentos que yo repetía a mis hermanos por el día: Sabía que al "Soldadito de plomo" le faltaba una pierna, que a "Blancanieves" la maltrataba su madrastra y que "Piel de Asno" era muy bella bajo aquella piel de burro. 

Cuando cada día las noticias nos hablan de: pedófilos, proxenetas, maltratadores y  abusos de todo tipo a la infancia, pienso que para el mundo infantil el trabajo, siendo un abuso, no es lo peor... 

NO deseo que los niñ@s tengan que trabajar,  pero si han de hacerlo, que se les trate como lo que son, niños y niñas, sobre todo personas. Hay 57 millones de niñ@s sin escolarizar en el mundo. Que se les cuenten muchas historias: para que despierten su imaginación, para que no se apague su esperanza y para que mantengan su dignidad, como la mantuvimos las "niñas trabajadoras" de otros tiempos en España.


Lo peor de la infancia, con ser duro, no es el trabajo: "El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde" de Gabriela Mistral.




martes, 19 de noviembre de 2013

"Ausente"





  Alguien dijo: "Los jóvenes van en grupo, los adultos en pareja y los viejos van solos". 

Es una viejecita con "alzheimer" que pertenece a la clase alta de nuestra ciudad. Vive en su casa con una de sus hijas. Una persona se encarga de su cuidado. Muy  cerca de ellas vive otra hija de  la anciana. 

Las dos hermanas se han puesto de acuerdo en dar pequeñas alegrías a su madre y tener unas horas de descanso del constante parloteo de su progenitora. Conocen sus preguntas y respuestas repetidas una y otra vez. A mamá, dicen, de joven, le encantaba tomar el té en casa de sus amigas. Sus hijas han llegado a un acuerdo:

 Cuando una de las hermanas está un poco harta de la monótona conversación de la madre, le pide a su hermana  que la invite  a tomar el té. La enferma se pone sus mejores galas y sube al coche de su hija que la lleva a casa de la señora que la ha invitado, su otra hija. 

Media tarde la anciana toma el té cumpliendo con todas las reglas de urbanidad y educación. Conversa, repitiendo las mismas frases corteses. Cuando ha pasado un tiempo que para ella no existe dice:  

Gracias por el té se lo agradezco mucho señora. El té buenísimo, las pastas exquisitas.... muchas gracias de nuevo, se hace tarde, si fuera tan amable de llamarme un taxi o acompañarme a casa se lo agradecería. Su hija llama a su hermana que pasa a recogerla y la traslada a su domicilio donde cuenta lo muy amable y atenta que ha sido la señora que la invitó, lo cuenta muchas, muchas veces. El té buenísimo, las pastas exquisitas... Seguirá hablando mientras su hija le escucha con una sonrisa. La anciana se siente importante. 


Mi sombra sonrió: "Una de las grandes enfermedades es no ser nadie para nadie" de Teresa de Calcuta.



jueves, 14 de noviembre de 2013

De "Au Pair"






Recién cumplidos los 18 años se empeñó en ir de "Au pair" a EE. UU. A los suyos no les gustaba que se fuera tan lejos siendo tan joven, preferían que se quedara en Inglaterra que así estaría mucho más cerca. Pero se salió con la suya. 

La familia donde recaló estupenda, pero la niña de cinco años que cuida ... ¡Qué niña! A menudo habla por teléfono y cuenta: A la niña le consienten todo, no hay quien la aguante.  
Ya han pasado ocho meses y de nuevo la "Au pair" al teléfono: 

No es que no quiera a la niña, es que ¡la odio! ¡Es insoportable! En el último viaje a San Francisco, ¡no vas a creer la que montó! Íbamos muertos de hambre y cansados a comer. Entrábamos en un restaurante y la cría decía que aquel no le gustaba y nos teníamos que ir a otro y luego a otro hasta uno que a ella le gustara.¿A ti te parece normal? De repente, se te sienta en la acera y dice que no continúa y el padre se la tiene que subir a hombros, en fin...No pienso tener hijos, ni volveré a mirar a un niño en mi vida. ¿Y el cerdo?.. 

_¿Qué cerdo?  _interrumpe mi sombra.

_Un cerdo negro que tienen de animal de compañía. ¡Es un cerdo mamá, un cerdo grande como un perro, que anda por toda la casa! ¡No lo soporto! 

_Bueno mujer imagina que es un perro.

 _ Ya no aguanto los viajes, las grandes ciudades, los aviones...

 _Pero si te lo pasaste muy bien en México, en New York, en Miami, en Las Bermudas... 

_!Sí, si pero con la niña! Que no, que no ma, que odio la Naturaleza, que estoy harta de árboles, de tierra y espacios naturales. Que todos los chicos son superfeos...

_Pero...¿No decías que te gustaba un negro? Por fin sonaron las risas a ambos lados del teléfono.. 

_Mira, sólo sueño con regresar para estar con mis hermanos y divertirme saliendo por ahí, de tapas por "el mojao" ( por entonces vivíamos en La Bañeza). 

_¡Ah! bien, pues mira tú por donde, si yo no hubiera tenido hijos, nunca habrías tenido hermanos con los que pasártelo bien. 


Han pasado 20 años: la "au pair" es licenciada. Tiene dos hijos un niño y una niña que son los mayores tesoros de su vida, los adora, no imagina su vida sin ellos.Lo ha comentado muchas veces. ¡Tanto! que les consiente demasiado en la opinión de su abuela, que es esta sombra. 

Hoy sueña con vivir en un pueblo rodeada de Naturaleza y poder tener un perro, un gato y hasta un caballo como animales de compañía. Lo único que sigue sin añorar son los viajes y las grandes ciudades.


¡Cómo nos cambia el paso del tiempo! "Para toda clase de males hay dos remedios: el silencio y el tiempo" de Alejandro Dumas. 



martes, 12 de noviembre de 2013

Haciendo "el paripé"






Tuvimos las dos, el siguiente diálogo:

 _Otra boda que tengo para el el verano del próximo año, se casa mi cuñada.

 _Bueno mujer, mejor una boda que un entierro _comentó mi sombra.

_ Sí, pero ya sabes que hoy las bodas salen por un ojo de la cara, que si el regalo, el traje que vas a llevar, el traslado... 

_¿Se casan por lo civil?

_No, por lo civil ya se casaron cuando ella se quedó embarazada. ¡Ya tiene el niño dos años!

 _Entonces hacen la boda religiosa? 

_No,  por la iglesia tampoco se casan. 

_¡Ah! pero... ¿hay una tercera forma? 

_Sí, sí, ahora en el mismo restaurante el "X" que por cierto es un lugar precioso, se lo disponen todo. Ya les han dicho que no se preocupen que un camarero se encarga de hacer de oficiante de la ceremonia. ¡Como si fuera el cura! 

_Pues vaya, a mí eso me parece "hacer el paripé" : Envían invitaciones de boda, ella va de blanco y él de traje como de boda, irá la tuna como de boda y ... no es una boda. 

_Bueno, pero es como si te invitaran a una fiesta familiar. 

_Una fiesta familiar en la que los invitados pagan el banquete, el viaje de novios, las flores... Lo que yo te diga: ¡Pura farsa, fingimiento, simulación...! ¡Llámale hache!


 Pues a disfrutar de la "boda":  "La vida es mitad trabajo heroico y mitad espectáculo estético: Trabajar con alegría y contemplar con curiosidad son los dos principios del arte de vivir". De Ricardo Leeón. 



jueves, 7 de noviembre de 2013

¡ Becas "Erasmus"!



¡Otro patinazo del ministro Wert! Para una vez que mi sombra podía estar de acuerdo con él... va y la caga.
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 Hace unos años, una de mis hijas tuvo la suerte, o eso creíamos, de que le concedieran una beca Erasmus para Dinamarca en su capital Copenhague. En un principio todo fueron felicitaciones, pero pronto se tornó la alegría en tristeza. La cantidad de euros asignados a la beca era tan exigua que la familia no pudo hacerse cargo del resto del presupuesto necesario. ¡Tuvimos que dar calabazas a la Erasmus! 

Cuando en el 2.004 le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias al programa Erasmus, mi sombra pensó que quizás serviría para dotar mejor a las becas. Sobre todo serviría para cambiar los requisitos de su concesión con el objetivo de que las disfrutaran los universitarios que realmente la necesitan. Pero no fue así. Era la norma gubernamental la que fallaba. Dotaba con la misma cantidad de euros a los universitarios de rentas altas, como a los universitarios de rentas bajas.Esto fue lo que quiso cambiar el ministro muy a destiempo. ¡A quién se le ocurre pretender quitar a medio curso un importe económico que se ha concedido para todo el año!

Con esto quiero decir que las becas Erasmus hasta ahora, sólo las pueden disfrutar las familias de clase media alta que corren con todos los gastos que suponen. Por eso me parecieron  muy bien los cambios en la norma gubernamental. Que no fue retirar las ayudas, como destacan los medios, sino redistribuirlas mejor, dándole mayor cuantía a las rentas más bajas y quitar o rebajar las ayudas a las rentas más altas.

Una norma que a principio de curso hubiera estado muy bien recibida por algunos, no por todos, pues a nadie le amarga un dulce. Así, por una metedura de pata de un ministro, se ha convertido en una medida de total rechazo y con razón por todos los estudiantes que disfrutan de la Erasmus. El ministro Wert con su prepotencia en palabras y formas, me ha hecho rechazar algo que de haber sido a su debido tiempo me hubiera parecido fenomenal. 

Ahora para el próximo curso, que es cuando se debería soltar esta "Wertiada" con la que mi sombra estaría de acuerdo... ¿Quién se atreverá a ponerle este cascabel al gato mimado cuando anda todo soliviantado pensando que le quitan el quesito? Estas becas han de ser para los estudiantes y profesores que las precisan, no para los que pueden permitirse el lujo de estudiar sin ellas. 


Por una vez: "Una tentativa desgraciada vale más que la ausencia de toda tentativa" de Alexis Carrel.


martes, 5 de noviembre de 2013

"Bajo el mármol"






  Bajo el mármol... tus restos y sobre él, las flores aún lozanas y frescas. 

La muerte de mi padre es la muerte que siempre he deseado para mí sombra. Sin sufrimiento.  

Ya vivíamos en León. Habías venido para casa en las vacaciones de Semana Santa y ya no regresaste al pueblo. Algún vecino había comentado que en la partida, que siempre te gustó jugar en el bar del pueblo, algunas veces se te caían las cartas de la mano. 
Lo primero que me dijiste a los pocos días de llegar a León fue que te llevara a San Isidoro que querías confesarte. Te llevé y las pocas personas que nos encontrábamos en la Basílica, de haber puesto interés nos habríamos enterado de tu confesión, pues como tú estabas sordo te creías que todos lo estábamos. Saliste como diciendo: "estoy listo para partir al viaje del cual no se regresa. No creo mucho en esas cosas, pero por si acaso..." Me sorprendió tu petición, aunque nada te comenté. Mamá siempre dijo que en las elecciones había dos votos comunistas y uno de ellos era el tuyo, seguro. Tú te sonreías cuando la oías pero no afirmabas ni negabas. 
Sólo pasó un mes desde tu visita al templo y tu partida definitiva. Más de una vez me dijiste: "Ya no atino, hija, ya no atino". Para ti tu mente era  lo que más temías perder. Muchas personas compartimos tu preocupación. 
Pero no llegaste a perder tus facultades. Una tarde del día 11 de mayo nos dejaste para siempre. Había seis personas en casa y ninguna pudo darte el último adiós.  Hacía solo cinco minutos que había charlado contigo en el salón. El depurativo no te gustaba. Fui a tu cama a intentar que tomaras un poco más y tú ya no estabas allí. Sólo tu cuerpo tendido en la cama me recibió. Cinco minutos que nos separaron de aquí al más allá. Tenías la alfombra en tu mano, la apretabas como si hubieras querido levantarte o pedir ayuda. A pesar de no haber despedida me alegré que te hubieras ido "atinando" en casi todo. Pero... me hubiera gustado estar presente.

Tu entierro: 
Tu entierro no fue multitudinario como el de mamá. Siempre comentabas que a tu entierro no iría nadie porque tu nunca ibas a ninguno. Fue normal y sencillo. Te acompañamos con la funeraria hasta el pueblo. Allí los vecinos te esperaban a la puerta de la iglesia. Esta vez el cura, el mismo de ayer y de hoy, dijo que eras un buen cristiano porque ibas a misa los domingos. Sí, fuiste un buen hombre, muy trabajador y siempre dispuesto a echar una mano a quien vieras en un bache.  
Recordé que desde que dejaste que tu prioridad fuera el trabajo, que fue pasados los 70, alguna vez te pregunté: ¿Qué dijo el cura hoy en el sermón? ¡Ah! no sé, ya sabes que estoy sordo como una tapia. Yo voy tarde, me quedo atrás para salir rápido con los de siempre a  jugar la partida, que si tardo se pone otro en mi lugar. Por eso ibas a misa. ¡Qué sabrá el cura! 


Pero insisto, así deseo que sea mi partida: "Es preferible la muerte, a una vida amarga, y el eterno descanso, a una enfermedad permanente" del Libro del Eclesiástico.