jueves, 19 de junio de 2014

Viajando (1)





¡Verano, tiempo de viajes!

 Mucha gente piensa que viajar es un lujo al alcance de unos pocos. No estoy de acuerdo. Mi sombra pertenece o mejor perteneció a la clase media, hoy en peligro de extinción. He de reconocer que maestra y con dos meses de verano de vacaciones, he sido una privilegiada. A pesar de todo creo que no son  necesarios grandes medios para realizar largos viajes. He conocido a personas que se compraban un abrigo o varios trapos de temporada por el importe de más de uno de mis viajes. Partiendo de aquí, mi sombra prefiere hacer un viaje que comprarse un bolso de diseño. Es mucho lo que se aprende y son muchas las experiencias que se viven. Algunas se recuerdan de forma especial: 

En el año 2.001 realicé mi primer viaje a Egipto. Entre las once personas que formábamos el grupo, tomamos confianza con un matrimonio que vivía en España: ella, traductora argentina, él, americano que trabajaba en el Citiban. Les acompañaba Alex, su único hijo de nueve años.

¡Pobre Alex! Todo lo que explicaba el guía en español su padre se lo repetía en inglés. A su padre le hubiera gustado ser dentista y a su madre “paleontóloga”. Alex aún no sabía lo que quería ser, pero quizás será paleontólogo o dentista. A mi sombra no le parecía normal que a un niño de esa edad, le pegaran aquellas palizas de mitología egipcia. No sólo eso, con ser mucho, continuamente oías a su padre:

 _Alex mira a los ojos cuando te hablo.  Alex pon atención. Alex contesta. Alex da las gracias. Te lo vengo diciendo todo el verano. Alex...

¡Qué es un niño! Luego, van a por la comida y el papá llena el plato hasta los bordes y lógicamente Alex hace lo mismo. Durante todo el viaje, cuando el guía dejaba su explicación para que libremente paseáramos por cada templo o lugar que visitábamos. Cuando disfrutas de libertad para pensar, sentir y emocionarte. La madre argentina sin soltar a su hijo de la mano le va repitiendo en cada lugar: mira aquí está... con la consiguiente cara de aburrimiento del niño. 

El día anterior mi sombra había asistido al espectáculo de luz nocturno en las Pirámides. La madre de Alex  me preguntó si me había gustado. Le dije que a pesar de que la narración era en francés me había encantado, la noche, las estrellas,  las pirámides, la historia, la música... Quizás debido a eso, a pesar de la jornada agotadora que habían realizado, decidieron ir a ver el espectáculo de las Pirámides por la noche.. 

Al día siguiente les pregunté si les había gustado y la madre de Alex  me dijo: Bueno... mi Alex se durmió luego al principio así que... Mi sombra pensaba: ¡Cómo no se iba a dormir la criatura!  Había sido una jornada maratoniana: El madrugón desde El Cairo a Abu- Simbel, el autobús, los 600 km, el trasiego y para rematar; la "turra" de ambos progenitores. ¡Pobre Pitagorín!

En aquel viaje aprendí una lección: Nunca debía enfatizar al compartir mis experiencias emocionales con los demás. Las mismas experiencias, dependiendo del momento, pueden ser muy diferentes para otras personas.


Si puedes, viaja: "La vida es un libro del que no ha leído más que una sola página quien no haya visto sino sólo su país" de Filippo Pananti.



3 comentarios:

  1. ¡Qué razón tienes! Viajando aprendes a dar a las cosas el valor relativo que tienen, quitándote las anteojeras que te llevaban a absolutizarlas.

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  2. Ah! Se me olvidaba despedirme.
    Saludos desde California!!!

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  3. ¡A que sí! Mientras se pueda seguiremos haciendo viajes. Te despides desde California nada menos, yo te hacía en Astorga. Pues, feliz verano viajero.

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