jueves, 5 de marzo de 2015

De "Practicante"


  


De Practicante: Para la RAE no existe practicanta con el sentido de practicante.

Mi madre, Isabelita, mujer trabajadora sin sueldo, fue siempre la practicanta del pueblo cuando no había ningún Practicante con título, destinado al lugar. Tampoco había geringuillas desechables ni agujas desechables, ella ponía su propio material. Sin embargo, se ponían muchas más inyecciones que actualmente, siempre recetadas por el médico de familia, Don Abundio, que vivía en Villares y siempre le decía a los enfermos que fueran a Isabel, a quien él apreciaba mucho, a ponerse las inyecciones. 

En nuestra casa raro era el día que no había una mamá con su bebé, un adulto o un mayor  para que mi madre le pusiera una inyección. Parece que la estoy viendo: 

Lo primero era lavarse muy bien las manos con agua y jabón. Luego tenía una cajita-estuche de metal dorado, con las esquinas redondeadas. Dentro de ella una especie de "trébede" la geringuilla y varias agujas. Abría la cajita, echaba alcohol en la tapa con un trocito de algodón prendía el alcohol y colocaba sobre el trébede la caja con agua y los demás utensilios en su interior.Durante un tiempo prudencial lo dejaba hervir. Luego sacaba la geringuilla la llenaba con el líquido del medicamento una vez diluído si era en polvo y se dirigía al enfermo/a con la geringa y la aguja en una mano y un algodón impregnado en alcohol en la otra. 

Primero desinfectaba la zona ya fuera en el brazo o en el glúteo con el algodón impregnado. Luego daba un golpecito de distracción, sobre todo para los niños. Clavaba la aguja y a continuación succionaba con el émbolo por si había pinchado en una vena, si no salía sangre, nunca vi que saliera, empujaba el líquido con el émbolo delicadamente. Así ponía las inyecciones mi madre y jamás tuvo un problema. 

Nunca vi cómo las ponía Don Néstor, el practicante. Sólo sé que nada más llegar al pueblo fue a hablar con mi madre para que dejara de poner inyecciones, de lo contrario la denunciaría porque sin un título ella no podía hacer aquel trabajo. Aun así nunca se negó mi madre, cuando un vecino/a venía a que por favor le inyectara, sólo les pedía que no se enterara D. Néstor..

 Lo curioso fue cuando Don Néstor llegó al poco tiempo a nuestra casa para pedirle a mi madre que le pusiera las inyecciones que había que poner a horas intespectivas. Más tarde le pidió que le sustituyera en sus vacaciones. Tampoco se negó Isabelita y varias veces subió en plena noche al barrio de arriba, a Valdeiglesias a poner una inyección a más de un enfermo/a que no podia levantarse. 

Jamás cobró un duro por su trabajo. Pero siempre recibió el agradecimiento de los vecinos/as que un día sí y otro también le traían ahora un cesto de garbanzos, luego uno de habas, más tarde una cesta de fruta... y.. ¡cómo no! también recibía siempre las gracias de Don Néstor. Mi madre y él llegaron a tenerse un gran cariño.


 La experiencia es un grado: "Quien pretende erigirse como juez en el terreno de la verdad y del conocimiento, naufragará bajo las risas de los dioses" de Einstein.



2 comentarios:

  1. Recuerdo que me puso unas cuantas... aunque tuviera que buscarme por toda la casa.

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  2. Al final te encontraba je, je. La verdad es que antes por todo ponían inyecciones. Besos.

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