jueves, 30 de noviembre de 2017

"San google



 Le llamo "San Google" porque siempre está atento y dispuesto a echarnos una mano en cualquier momento que acudamos a él. Pues "San Google" me tuvo que recordar que este pasado lunes fue "El día del Maestro". Esto de cambiar las fiestas reales de lugar o bien unificarlas, está muy bien para poder disfrutar de algún puente o fin de semana más largo, pero hace que nos olvidemos de algunas festividades que fueron importantes en su día. 

Al llegar mis nietos del colegio les pregunté si algún profesor se lo había recordado y ninguno dijo que lo hubieran hecho. En mis días de docencia para mí era una fecha importante, tanto si había clase como si no, ya que si no había clase, se celebraba el día anterior. Siempre les recordaba a San José de Calasanz, como pionero de la creación de una escuela gratuita para los niños y niñas con menos posibles que dio pie a una escuela pública gratuita. Ese día les repartía chuches y me hacían pequeños regalos a su alcance: Una bisutería, una estatuilla, una planta... 

Recuerdo muchos años especiales pero uno muy grato me ocurrió en Felechares, un pueblo en el que di clase varios años en una escuela unitaria. En la sesión de tarde, entraba en el aula y mis alumnos cerraban la puerta detrás de mi. Luego cantaban una canción en la que pedían a la señorita maestra que les abriera la puerta o de lo contrario se tendrían que marchar. Abría la puerta y ... ¡Pena de móvil que no existía! Allí estaba toda la clase en tres filas. Los mayores detrás, los medianos en el medio y los pequeños delante. Todos cantaban mirándome sin desafinar. Mis ojos les acariciaron uno por uno y me costó darles las gracias por la emoción. Al finalizar la canción una de las niñas mayores me entregó un hermoso roscón que alguna madre les había hecho. ¡Me encantó el regalo! Lo compartimos. Era un día muy feliz porque todos sabían que ese día no había clase normal y lo disfrutábamos a tope. 

Hoy, al ser varios los profesores que pasan diariamente por el aula es difícil hacer una celebración, pero me gustaría cada director en cada colegio, lo recordara y dedicara unas frases de agradecimiento a los maestros y maestras por su labor cada vez más difícil en los tiempos que corren. ¡Qué no sólo se acordara "San Google"! 

Gracias Maestros y Maestras: "Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad" de Karl A. Menninger (Psiquiatra).




jueves, 23 de noviembre de 2017

Hierbaseca




 A Hierba le encantaba su nombre. Nunca había conocido a nadie con ese nombre, conocía a una Prado inteernauta, pero a nadie que se llamara como ella. Su carácter era un tanto brusco y seco. Hablaba poco y contestaba con  monosílabos o a lo sumo con palabras bisílabas: sí, no, ya, quizás, puede... ¡Rara vez se mojaba!. Por su forma de ser, desde adolescente la llamaban Hierbaseca. Trabajaba en una fábrica de vehículos, fue allí donde conoció a su pareja y pronto se fueron a vivir juntos a pesar de su juventud. En ese momento él tenía 20 años y ella 19. Trabajaban a turnos diferentes, ella en el turno de mañana y él en el turno de tarde, por lo que sólo compartían las noches y los fines de semana. Parecían felices. A los cinco años de convivencia surgió un problema inesperado. Tenían embarazo a la vista. Siempre habían pensado en tener hijos pero les pareció demasiado pronto. Ambos estuvieron de acuerdo en que era mejor abortar.  A raíz del aborto, en el que ella estuvo unos días especialmente triste, decidieron casarse y se fueron de viaje de novios a Cancún. Al año siguiente volvieron al Caribe.

Un sábado Hierbaseca se fue de compras y después de dos horas, apareció un taxi ante la puerta con lo adquirido. Un carrito de bebé con todos los accesorios: capazo, masicose, saquito, mochila portabebé... La sorpresa de él fue mayúscula. ¡Pero si ni siquiera estás embarazada! Sí, pero pronto lo estaré. Pasaron siete años más y el bebé no venía. Un día Hierbaseca comentó muy triste que en vez de llamarle Hierbaseca ahora la llamarían Vientreseco. Su obsesión iba en aumento, tanto que él para distraerla le compró un perrito.

La gente empezó a mirarla raro. Todas las tardes ponía al animal en el carrito de bebé y paseaba horas con él llamando la atención de los transeúntes para mostrarles a su pequeño. Los que la conocían al verla cambiaban de acera. ¡Está loca!

Hoy, en el jardín del psiquiátrico, Hierbaseca está sentada en el banco blanco, su preferido, meciendo el carrito vacío. 

Hay marcas imborrables: "El pasado no muere nunca, ni siquiera es pasado" de Antonio Gala.


jueves, 16 de noviembre de 2017

¡Terror a las avispas!



¡Tiene tanto terror a las avispas que escribe "abispa" con b!

A principios del otoño mi hija y yo veníamos en el coche. De pronto, mientras conducía, hizo unos espavientos y dio un bandazo al volante que a punto estuvimos de salirnos de la carretera.

_¿Qué pasa? Pregunté:

_¡Una avispa, una avispa! Gritó mientras con una mano sujetaba el volante y con la otra daba manotazos al aire.

 _Tranquila _le dije_ cuantos más espavientos hagas será peor. Abre más la ventanilla y relájate verás como sale si no se siente amenazada.

Al llegar a nuestro destino, ya sin avispa, me contó con la respiración entrecortada:

_ ¡Mira es algo que no soporto! De niña, como sabes íbamos a moras junto al río. Un día mi hermana y yo llevábamos las bicicletas y las dejamos junto a unas zarzas. Cogíamos moras y al rato me picó una avispa, yo salí corriendo y mi hermana detrás de mí con la bici. A pocos metros me paró. ¡Pues no me hizo ir a por la bici con el miedo que yo tenía! Al ir a coger la bicicleta sentí otro pinchazo. ¡Otra vez me habían picado! Así y todo cogí llorando la bici mientras mi hermana me esperaba a una distancia prudencial. Las dos regresamos a casa; yo, llorando a moco tendido..

_Al llegar partiría un ajo y te untaría con él en las picaduras, ¿no? era el remedio casero que me ponían a mí.

_Sí, sí, lo hiciste y se me pasó bastante pronto, sobre todo el susto. Pero desde entonces veo una abeja o una avispa y me pongo mala.

_¡Pues no es para tanto! Seguro que estás bien inmunizada contra el veneno de las avispas y  hoy con tanta alergia a ellas, es una ventaja. Ya ves, el efecto mariposa arranca de la niñez y a punto estuvo de tener graves consecuencias si llegamos a tener un accidente o a provocarlo.


Todo quedó en un buen susto: "Aquello que no somos capaces de aceptar, es la única causa de nuestro sufrimiento" de Gerardo Schmedling.



jueves, 9 de noviembre de 2017

Los chicos con las chicas...




"Los chicos con las chicas tienen que estar
las chicas con los chicos han de vivir
Y estando todos juntos deben cantar..

Ya no viene a cuento la canción de Los Bravos, o sí.

Resulta que el Tribuna Supremo ha establecido que los centros educativos que segregan a los alumnos por sexo tienen derecho a ser subvencionados con fondos públicos porque no incurren en ningún tipo de discriminación. Así contesta a la Junta de Andalucía el Tribunal Supremo que denegó la subvención al colegio Altair Sevilla.  ¿Ah no?  "Apaga y vámonos"

Un pasito pa lante María, y un pasito pa tras. No hay discriminación, no hay desigualdad por sexos, no hay nada. El ártículo 14 de la Constitución, aquí no pinta nada.

Mucha prisa se ha dado el Tribunal Supremo para emitir el fallo. A pesar de que algunos magistrados piensen que es prematuro y que se debía de haber suspendido el fallo hasta que se resuelvan otros recursos que afectan a este fallo interpuestos por la Junta de Andalucía contra diferentes preceptos de la Lomce.

Lo curioso es que se asumirá aunque no se comparta. O sea el colegio ha comenzado el curso y recibirá su subvención pública. ¡A lo que vamos!


Algunas decisiones cuesta comprenderlas: “Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha" de Miguel de Unamuno



jueves, 2 de noviembre de 2017

La Anciana


Fotografía tomada de la red.

El otoño está en su apogeo, luchando aún por "espachar" al verano que de ninguna manera se quiere ir. 

Una viejecita apoyada en su bastón camina hacia el cementerio. Ella no va allí porque sea día de difuntos y lo mande la tradición, ese paseo lo hace diariamente, la reconforta. 

Ese pequeño cementerio con tapia de piedra y verja de hierro la espera cada día. En él no se ven lápidas, ni un sólo panteón, sólo alguna cruz de hierro muy oxidada y alguna más de madera. Las sepulturas no son muy grandes se nota que por ellas han pasado muchos años, pero ella las conoce casi todas: En una esquina la del tío Ebelio que murió de pena al ver marchar a su hija a la capital; en esa otra la de la tía Micaela que vivió 105 años. En aquel rincón el nieto de Marcelo, se lo llevó la pulmonía ...

En medio del diminuto camposanto hay una cruz más grande de piedra pero sabe que bajo ella no hay nadie enterrado. Estaba dedicada al señor cura si se moría, pero nunca murió aquí ningún sacerdote. Hacía mucho tiempo, ya ni se acordaba del último señor cura al que de niña le besaba la mano. 

 A pesar del qué dirán, ella, nunca se arrepintió de haber sido madre soltera y ve la sepultura donde está enterrado su hijo mucho antes de llegar al cementerio. La muerte vino a buscarlo con sólo doce años. En el pozo no había mucha agua pero se ahogó. Desde entonces, todas las noches piensa en esa fosa, ese hoyo al que un día no muy lejano la enterrarán a ella junto a su retoño. 

 Las flores del cementerio son de plástico no hace falta cambiarlas, la lluvia se encarga de hacer brillar sus colores. Pero... allí, junto a la de su hijo no hay ramos de plástico, hay crisantemos blancos y amarillos que ella plantó y cuida durante todo el año. 

Su precioso pueblo se va quedando vacío. La Anciana va pensando en su propio otoño, las hojas de su otoño van cayendo es sus distintas formas: torpeza al andar, visión borrosa, sordera... 

Ella se siente bien no pide nada. Casi todos sus vecinos se han ido en busca de nuevos alicientes, ella nunca ha sentido la tentación de alejarse del lugar que la vio nacer. Donde nació su hijo. Donde los castaños le hablan, las encinas le dan calor en invierno, los robles la escuchan, el agua le sonríe...  La muerte cercana le hace sentir más la vida. 

"La vida es una oportunidad, aprovéchala
 La vida es belleza, admírala
 La vida es placidez, saboréala
 La vida es un desafío, hazle frente
 La vida es un deber, cúmplelo
 La vida es un juego, participa
 La vida es preciosa, cuídala
 La vida es riqueza, consérvala
 La vida es amor, gózalo
 La vida es un misterio, descúbrelo
 La vida es una promesa, cúmplela
 La vida es una tristeza, supérala
 La vida es un himno, cántalo
 La vida es una lucha, acéptala
 La vida es una tragedia, enfréntala
 La vida es una aventura, atrévete
 La vida es felicidad, gánatela
 La vida es vida, defiéndela".
                      De la   Madre Teresa.